Yo también aborrezco las sombras
...y la discordia que se desprende de la injusticia
y todas las clases de timbres
y la gente que anda nerviosa de mañana.
Aborrezco profundamente
las voces agudas
los exabruptos
la ansiedad
la gélida impiedad
los corazones sordomudos
y los trabalenguas
que intrigan tremendas tramas.
Aborrezco el cansancio que produce la cosa estéril
la disputa por nada o por todo
¡qué va!
la disputa es lo que aborrezco.
Prefiero quitarme las cuerdas
prefiero, tragarme el altavoz
que se adentre ahí
donde alguien, al menos alguien, me responda
y me convenza
de que hay algo más gutural
o más desagradable y preciso,
que el dolor de sabernos
un pedazo de carne
y solamente eso,
carne, sin Dios.
Finalmente deseo
despertar en un silencio absoluto
y volver a dormir
sólo unos segundos
para corroborar que el silencio y el sueño
tienen esos cuerpos que ningún cirujano logra.
Y deseo, hondamente
aprender a tolerar
para hacer de mi vida
la herencia más preciada.
Porque también aborrezco la quietud
de aquel lugar
donde no hay obra ni ciencia ni sabiduría...
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