jueves, febrero 22, 2007

Tan lejos, cerca.


Y si deseo

quedarme a dormir en ese sueño?

Si deseo, de pronto,

como quien tiene un golpe de suerte,

quien se siente afortunado,

perseguirla envuelto en mantas.

Jugando como niños, juegos de niños.

Qué importa ya si han partido el mundo.

Si todo es demasiado solemne,

Pero no afable, ni consciente.

Te has ido amor, lejos cerca.

Tan sólo allá, donde duerme otra barriada..

Ahora que han repintado el “Guernica”

No nos quedan acaso, estos últimos minutos, horas

días...

Y por tiempo estuve mirando hacia la densa

bruma como un vapor encallado en su muelle,

resistente al adormecedor vaivén de la corriente.

Ahora, qué importa si deseo quedarme

a dormir en este sueño,

del cual me acuerdo haber contemplado tu espalda

y tus brazos y tus delicadas manos.

Tamborileando la mesa de ese escritorio,

en ese lugar donde convoqué a todos mis fantasmas.

Ah, Amor, tan lejos cerca,

qué me importa ya, si están rompiéndolo todo.

Si están repintando el “Guernica”

y mañana vienen por nosotros.

Querida, hace mucho que no me levanto

con una sonrisa estúpida en la cara.

Mucho hace que no escojo mi ropa,

la cual ponerme; ni me importa absolutamente todo,

que he decidido, nomás, quedarme

a dormir este sueño.

Hazme lugar, mi Amor, que cabemos en la cama

y ya no somos adultos, ni adolescentes siquiera.

Es hora de pensar como niños,

hora de dejar de estar tan lejos cerca.

Quizás cuando de nuevo duerma,

en la mañana, a tu lado, te cerquen dos rosas.

Lo lamento, ya es hora de dejar, amada,

insólitamente de estar

tan lejos, cerca.-


Julio M. Panchuk. 12-3-04

Cuánto de aquello



CUÁNTO...
Cuánto de aquello, cuánto de esto...
He recepcionado de millares de muertos;
su memoria.
impregnada de angustias tempranas,
suicidas por Amor.
Oh, hasta cuándo
seguirán siendo más que enigmas
las mujeres?
Solo como en un carrousel vacío.
Imagínate la tarde. Agobia el calor.
Y estás tú tan fría.
Que en mi alcoba
me grita la pistola
O la pesadilla se asemeja siempre
siempre al sueño
de tus besos dados con ese silencio
Majestuoso.
Oh, cuánto deseo que el horizonte
desaparezca cuando grite tu nombre
y ya no te recuerde!.
Como los Tuaregs sin agua y en el desierto
prefiero beber la sangre de un camello
propiciatorio.
Que este recordatorio del infierno,
que es tu recuerdo.
Oh, me pregunto:
¿Hasta cuando seguirán siendo
ese dulce enigma las mujeres?
Que se llevan hasta la vida
Y con consuelo.

Julio M. Panchuk. 22 jun. 04

Voluptuosa

PROSTITUTA

Voluptuosa
cruzas el umbral de mi sexo;
y traes respiro a mi pobre alma
corrompida por las pasiones.
Estoy en un atolladero contigo...
Inmerso en serpes que me hostigan;
Realista, por otro lado,
camino este camino que es la vida.
Sin otra ilusión que tus caderas.
Elemento impuro, prostituta,
calzada también con las alas de Lesbos,
Ciudadana de la isla más deseada;
Y del sincero estupro a la manceba.
Y el sol, oh, para colmo, sale
y derrota la noche más áspera;
Aquí el súcubo se retira en el más
cruel silencio. Para volver...
Quién sabe cuándo,
quizás, otra vez, cuando mi alma desespere.
Ramera, a mil entregas tu delirio,
y frío como el hielo yace en tu alma herida.
Y como a tientas andas en la mañana,
ensombrece tu lamento, y solo
ves cornisas, y
sucumbir...
Luego, cierras tus ojos, y oprimes tu seno
victorioso,
templado por las manos de los ilotas de la noche,
que pagan su óbolo al sexo sicario,
Que aplastan lo que hicieron en minutos,
y denostan contra el cielo, cuanto todo ello
pasa.
Y en tus sueños retorna el alma de niña,
y son tus muñecas las que de trapo,
tienen de cartón el alma.
Las que te arropan, y un arrorró te cantan
en ese tremebundo silencio.
Hasta que la noche salga e impere;
y en silencio las farolas te reconozcan
puta.
Y camines impresionante hacia tu cadalso diario,
e impresione tu mirada y tu cabellera lacia,
se prenda de la mano hostil
transformada en un niño,
de algún marinero, de algún caballero
que salió a defecar su moralina;
Envuelto en la sucia oscuridad
de su perramus.
Atosigado en el burgués cieno
de algún perfume penetrante
como la daga del dinero con que te premia.
Y luego, cuando toda pasa,
Cuando recuestas tu cabeza en tu almohada,
Al pasar la noche, de nuevo, de vuelta.
De vuelta a tus muñecas...

Julio M.Panchuk.