miércoles, noviembre 25, 2009

Mejor




No es nuevo. Son días diferentes. Extraños. Imposibles. Tú me llamas por el celular, me dejas mensajes de texto. Son algo indiferenciado. No tocan mi alma, pero si mi sexo. Mi sexualidad se siente afectada. No te conozco, ni tú a mí. Somos estrellas solitarias. Divorciadas por ese extraño sensibilizador de pulsos telefónicos. Solo una computadora nos une. Encima, es extraño el clima. Hoy no saldré amor, tampoco. Tengo miedo que seas algo…algo, que no me satisfaga. Que mi ego se resienta se llene de extrañeza.
Mejor dejemos. Todo. Para cuando nos veamos en la calle, en algún bar, en algún tipo de cueva arquetípica, en algún “lobby”“ de un hotel. O en la maraña de la isla de Lost.
En algún saxo tenor, escuchado en cualquier Pub (Public House). Sí, mejor dejemos, que nos encuentre la vida. Olvida esos mensajes de texto. Son tan sencillos, y urgentes. Como la diáspora judía, como la sensación de rara opulencia de las cosas desconocidas. Demasiado virtual para nosotros…

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